21 febrero, 2011

- Las horas muertas

I.
Escucho una voz metálica que parece salir de una grabadora. La niña de la cinta blanca en la cabeza sonríe mientras su madre le arregla el peinado y le da consejos. Buenos consejos. El corazón del poeta mira sobre las luces y sueña.
Unos ojos pardos que se clavan en mí como dardos.
La mayoría de gente no saben a dónde se dirigen.
En cuanto entro a la ciudad, me invade un zumbido sordo, hueco...
Me muerdo los labios, pero eso no hace que el tiempo transcurra más despacio. Millones de semáforos que condicionan nuestras miserables vidas. No ha pasado tanto tiempo, pero pesa más que manadas de elefantes caminando sobre mi espalda. Me fatiga el tiempo. Me fatiga verle correr tan rápido sobre nuestras inconscientes cabezas.
Quiero zambullirme en una piscina azul, meterme en lo más hondo y bucear hasta que se me agote el oxígeno. Solo intento relajarme... relajarme... relajarme... volver a ser yo.

II.
Hoy formas parte de mi.
Hoy formo parte de ti.
Tienen este lugar, estos días
un hermosísimo y curioso color
a través de la transparencia que
tu piel representa para mi.
La música que sacas de entre
los pliegues de mi cuerpo
de entre los rincones de mi suerte.
Te quiero
dentro de todos mis
túneles secretos
para que lo ilumines absolutamente todo
con esa luz que me envuelve en forma de hombre,
de amigo, de amante, de compañero incansable...

III.
No dejamos de mirar al cielo,
pero solo hallamos un frío techo gris.
Agotamos el tiempo,
cortamos el viento,
no caben lamentos,
seguimos despiertos y
con los ojos bien abiertos: la aurora la llevamos dentro.

Cuerpos hambrientos que
provocan por momentos el deshielo
en la habitación de un motel.
Ha llegado la hora de decirnos
lo que no queremos oír.

Manos azules con guantes de látex
que urgan en nuestro porvenir.
Tirados en la cuneta,
se quedaron nuestra hierba,
el verde de la tierra que nos vio partir.

(¿Seguiremos buscando respuestas
en otro lugar del planeta?)
Aventura especial.
Locura ancestral.
Deliciosamente degustada entre amigos,
en confianza...
Una aurora para mi alma!!

IV.
Prefiero hacer el amor. Escoger el camino más largo, aunque de todas formas, ya sé de antemano que se me hará corto.
Pídeme lo que quieras, recordaré tu cara.
Pero no me claves más puñales. Creí que eras un hombre. Un hombre de voz extraña.
Ella dijo que no, que no quería ocultarse en el bosque, que estaba asustada.
Yo fui a buscarme el alma, en su lugar encontré mi corazón envuelto en un sucio y roído papel de periódico, dentro de un container. Alguien creyó que no tenía ningún valor y lo tiró.

V.
Esperas y más esperas...
espera que amanezca, espera a que suene el despertador, espera a desentumecerte los huesos, espera a despertarte del todo. Espera a que esté listo el café, espera a que se enfríe.
Espera a que llegue el autobús, espera en el semáforo, en otro, en otro. Espera de pie o sentado, pero espera. Espera a que no haya demasiado tráfico. Espera para entrar, para salir. Espera el tren, el metro. Espera que te quieran. Espera querer. Espera a que todo esté bien. Espera para encontrar algo que merezca la pena. Espera un mensaje, una llamada por sorpresa. Espera a que tenga ganas de verte. Espera a que pasen todos los coches, espera a la comida, espera a que te sirvan el té, espera para que te cobren, espera en la puerta del servicio, en el ascensor, espera.
Espera ésa, espera otra oportunidad, otro encuentro. Espera lo mejor. Espera un poco, un cambio.
Espera su espera, espera su esperma. Espera que me corra yo. Espérame. Espera para que suene esa canción, para que empiece la película o tu serie favorita de televisión.
Espera un día nuevo, un mundo mejor.
Espera al puntual. Espera al reloj.
Espera a tu muerte, tu momento, la ocasión.
Espera que llegue el verano. Espera que deje de llover. Espera un segundo. Espera a que llegue la inspiración, espera la decepción. No esperes nada de nadie.
Espera con sentido, espera con ilusión.
Espera la señal. Espera a que se seque. Espera a que crezca. Espera que madure.
Espera una explicación. Espera tener suerte. Espera entenderlo todo, espera la reconciliación.
Espero que estés bien.
Espera con los brazos abiertos.
Espera llegar.
Te espero.
Y esperamos demasiado
y es mejor actuar.

VI.
Quisiera una libreta a la que no se le rompieran las hojas. Y que los amores nunca fueran imposibles.
Quisiera que se sanasen mis ojos, aunque sea tan difícil en un mundo como este, para poder ver las cosas de otra forma, para no sentir esta injusticia.
Quisiera que se curasen mis ojos, para no ver siempre tanta mierda.
Quisiera una libertad real y no la que predican.
Quisiera que no hubiera cárceles, ni puertas, ni muros, ni vallas, para poder verlo todo desde mi pequeña colina.
Que el amanecer fuera eterno y que amar no hiciese daño.
Quisiera curar al mundo entero, poder hacer algo.
Quisiera tener muchos hermanos; quisiera no sentir asco.
Quisiera curar al mundo, solo con mirarlo.

VII.
Parece tan sencillo... que tus gotas me rieguen cada vez y que tu calor me haga crecer, día tras día, como un amparo, como la perfecta excusa que justifica el existir, tan absoluto y pueril.

VIII.
Ardiente náufrago, ahí estoy yo,
en el viento y el espacio que dividen tus piernas.
Y ese huequito de tu corazón que nadie te vio.
Regala a esta niña alguno de tus colores,
esos besos enormes y reservados,
las palabras nuevas, los pájaros,
la luz que las nubes ocultan.
No quiero tragedias, hay tanto AMOR por dar.
Me gusta esperarte sin esperar.

IX.
Articularse sin moverse.
Encuentro la inspiración fumando, sentada a los pies de aquél monumento. Mirando las luces azules que se elevan en el cielo a un ritmo acompasado, casi armónico. Tan estético.
Luego llegan las noches, las notas que caen como noches alegres, tanteando el aire. Las respiramos, las sentimos. Nos eriza el vello del cuerpo a todos los que estamos allí. Y puedes verlo, puedes verlas. Están ahí, justo frente a ti. Y son bellas. Porque contienen toda la verdad del mundo, la paz, el brillo... aunque solo sea visible para ti, que te extingues, que te sientes "un tipo raro". A veces crees que estás desquiciado, pero solo estás viviendo la vida que sabes vivir. Y es mejor así, viendo donde nadie ve. Viviendo donde nadie vive. Viendo como nadie sobrevive. Solo para tus ojos, solo para tu mente, pero todo para ti,  para nosotros.
Instante y momento, decisiones alteradas por el influjo reflejo de la luna.
Encontraremos la manera. Todo empieza con el final de esa canción. Todo empieza cuando algo acaba.
Es nuestro momento, nuestro último minuto.

X.
Abracé el mismo olor, tan intenso
que me estremeció los huesos.
Blandos, cálidos y libres.
Suaves,
muy suaves.
Casi susurrantes...casi por dinero.
Casi.
Casi todo... casi.
Y lo peor es que presiento que
lo que encuentro aquí es lo que hay
en casi todas partes. Casi...

XI.
La Amnesia fue lo mejor que pudo pasarnos.
Por un breve periodo de tiempo, habitamos un lugar
donde las paredes estaban torcidas y yo
hacía tulipanes con mis manos.
Las burbujas del chocolate han hecho dibujos sobre el cristal de tu vaso,
como manchas animales.
Y sé que empezarás un día a añorarme
y aprenderemos a vivir de otra manera.
Antes, allá arriba, en el avión, hubo algo que me conmocionó.
Amsterdam es una ciudad que se hunde
y renace de sí misma
en su misma esencia,
que es de lluvia, de tierra y barro.
Pero la luz de sus farolas la constela y
la baña de dulce olor a mantequilla y pasas.
Sale el sol cuando nadie lo espera,
sale el sol cuando la noche se acerca.
En esa luz ves pasar al tiempo en bicicleta.
Me marco un baile con el duende
que tienen todas las rosas verdes.
Amsterdam se parece a mí.
Por eso fue necesario volver a ir,
y hundirme en el lodo hasta el fondo
para resurgir.

XII.
Para que lo entiendas, a ti, que no te gusta la poesía.
Eres como un aspersor que riega el césped.
Pero yo... yo soy un manantial y una fuente.

XIII.
Pelo y Baba.
El viento cruzando el Montseny
incansable en sus ráfagas y fuertes rachas
a través de nuestros cabellos,
haciendo látigos de ellos.
Llevándose los motivos, habidos y por haber.
Otra vez el sueño turbante de quien no quiere ver.
Sucumbo a tu baba y al viento.
No tengo remedio.

XIV.
Me entregué al suelo,
a la Luna de enero,
a un nuevo infierno
que me sacara de este agujero
en el que me quemo.
Mezclándome en secreto con tu aliento
encontré el miedo ajeno.
Pero tu felicidad era una contradicción
desarmada en el tiempo, una mentira.
Un crucigrama.
Y tu amor, un pasatiempo.

Aquí acaba.

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