10 enero, 2008

-Y si todo está tan bien...

-EL ESPEJO OJEPSE LE

Esa tarde estubimos hablando largo y tendido.
A mi me poseía una terrible melancolía. Todo me parecía, a la luz de la enorme resaca de la noche anterior, abstracto y complicado. No poseía la fuerza suficiente para encarar el problema que aturdía mi cabeza revuelta.
Después de diseccionar el tema por varias partes, de cortar y pegar, de amputar y tomarnos varios cafés, mi amigo me cogió de la mano. Me levantó del sofá de un enérgico tirón y sin darme tiempo a reaccionar me llevó frente al espejo. Ése que tiempo atrás habíamos recogido de la basura y que yo misma había reinventado, cuando aún tenía ilusión por cambiar algunas cosas.
No entendía nada de lo que estaba pasando, pero le seguí el juego...
-Bien, ahora quiero que te mires en él. -Dijo firmemente.
-Vale... ya está!- contesté sorprendida después de observarme un instante.
-¿Y ya te miraste bien?
-Sí.
-Dime... ¿qué ves?
En este punto de la conversación me sentía desconcertada. He hablado con muchas personas a lo largo de mi vida. He valorado opiniones varias y he tenido la suerte de profundizar en algunas mentes que, abiertas, se dejaban conocer de tanto en tanto, y poco a poco. Como las cosas buenas de esta vida. Pero jamás me había encontrado frente a un acertijo de mí misma. Ni tampoco nunca me habian mostrado tan claramente lo que pensaban como ese día lo hizo mi amigo. Nunca un consejo tan desinteresado, sincero y acertado.
Dudé un poco ante la respuesta que iba a formular, pero decidí hablar rotundo y sin rodeos sobre el reflejo que se me ofrecía en aquel instante de mí misma. No me importaba decepcionarle con mi respuesta, pues sabía que no dejaría de quererme por eso.
A esas horas de la tarde, sucia, desgreñada, nauseabunda, con exceso de nico y cafeína por mis venas y sin haber probado bocado en todo el día, no pude más que ser sincera. Y aún atónita ante la pregunta que él me planteaba respondí:
-Pues veo una chica, pálida y ojerosa. Con el cabello mal cortado y los ojos tristes. Eso es lo que yo veo.

Mi amigo se colocó trás de mí (me saca una media cabeza). Posó sus manos en mis hombros, con suavidad, para no romperme del todo. Y así, frente al espejo, me miró directamente a los ojos, y con su sonrisa de sabio me dijo:
-No. Mírate bien. Tienes frente a tí a la única persona que puede hacer realidad todos tus sueños.

                                                                    -Para Pol...
                                                                                      Gracias =)

09 enero, 2008

-UN RECUERDO LEJANO


Crecí en una generación donde los coches llevaban fotos de la familia en el guardabarros, con esos imanes donde decía: "No corras mucho papá".
Ahora el altar se le tiene a la tecnología. El que no lleva un GPS lleva el Mp3 como si fuese un santo al que adorar... No es que esté en contra, es que me preocupa ver como han cambiado los valores en tan poco tiempo.
Cuando era una niña, jugábamos en el descampado de al lado. Todos los bloques tenian un solar con piedras y flores, ése era nuestro campo de juego. Ahora los niños juegan en casa, pegados a sus X-box y a sus PSP... es horrible... ya no tienen donde jugar, sinó es un "pippo park". Todo son edificios, como gigantes cadáveres de piedra que lo ocupan todo.
En estos momentos, en los que nada importa nada, se que hubiese dado mi vida por la de un perro.
En tiempos en los que el silencio asusta, siempre queremos escuchar el run-rún de fondo, donde siempre se nos quiere vender algo. Un artilugio inútil, una canción desesperada en politono. El caso es no oir el extraño silencio cultivado entre montañas. Porque nos da miedo. Nos da miedo afrontar que somos seres naturales, que nosotros a diferencia de todas esas toneladas de tecnología que compramos y después deshechamos sin contemplaciones, somos humanos sin certificado de garantía. Nos da miedo, porque nuestros oidos están acostumbrados ya a dormirse con la televisión puesta.
El silencio. Bendito silencio. De la soledad de un bosque. Del arrullo de un río. Sólo el silencio de los insectos caminando entre las plantas, los animales buscando cobijo. El sonido de las gotas de lluvia al golpear el paraguas, del viento en la ventana. El murmullo de las olas, de los rayos silenciosos del Sol. De la bruma de la mañana, de la claridad de la luna. El susurro de unos pensamientos, que se arrastran por nuestro tecnológico siglo... Que nos acerca tanto, que nos aleja tanto... los unos de los otros. De lo que alguna vez fuimos.