07 mayo, 2008

- LSD

Y el viaje transcurrió como un sueño. Las cosquillas en mi cara y en mi vientre me recordaron que aún estaba viva, que era mortal.
No pensé en tí ni un segundo.
Sólo en mi... como a ti te gusta.
Quería disfrazarme, tocar el piano viejo y desafinado.
Saltar sobre la cama hasta llegar al cielo, hasta quedar exhausta...
Salir a la terraza y recibir al sol con los brazos abiertos como un lagarto de esos que salen en los documentales.
No escuchar las advertencias.
No seguir tus consejos.
Decir Sí y Sí! Y Si-empre SÍ!
Convertirme en vapor de agua y hacerme nube, para recogerme y desparramarme después en otros cielos.
Y me quedé dormida en unos brazos extraños, que no sabian abrazarme, pero que estaban allí.

- El Hada

Su uña descarcarillada me señaló mientras decía:
- .
Me cogió desprevenida. Me ató unas cadenas. Me cedió a su hombre. Me quitó-prestó unas ideas... y se fue.
Mientras se alejaba, un reguero de leche fría brotaba a su paso.
Todos nos miramos extrañados y seguimos con lo nuestro.
Él no la hechó de menos...
Pero yo, sí.
Él no me admiraba (tampoco me importaba demasiado).
Pero nosotras...
Y la mantuve en mi mente por unos dias, con su pelo azul tintado, bailando trance a un ritmo descompasado y frenético. Casi demencial.
Era un hada disfrazada de leopardo.
Era una ninfa que emigró de yermas tierras. Pero el cierzo la trajo por aquí. Y ahora anda creando cosas. Criando animales perdidos entre sus propios senos, alimentándolos en su vientre blanco.
Rodando la película de su vida, con los seres imaginarios. Sin descanso. Sin detenerse nunca. Ni por amor siquiera.
Con la cabeza encajada en los hombros a la fuerza.
Con la sonrisa perpétua en la boca.
Con billete siempre en el bolsillo.
Con manos ortopédicas y pies de maniquí.
Con las drogas y el delírio.
Y con bicis sin sillín.

Siempre estará rodeada de gente que la quiera.
Y ella... siempre será feliz.