12 septiembre, 2009

- Perro ciego

Esperábamos a que el reloj diera la hora. Y los minutos pasaban lentos de verdad. El frío del alba marcaba los segundos como gotas que se desprenden de un objeto que no las necesita, precipitándose al vacío donde aguardan las hermanas, en alegres charcos sociales, perfectamente organizadas. Deseando elevarse para completar el círculo al que están irremediablemente condenadas.

Había un perro perdido y ciego en medio de la carretera donde estábamos, deseando un golpe de suerte - En su lugar una bocina y un coche que le esquiva.-
La espera se hacía pesada, sobretodo al saber que llegaríamos tarde de todas formas.
Dormidos para siempre en improductivos negocios de almas en alquiler. Manejábamos la posibilidad de ensuciarnos la cara con algún tipo de acción confortable y tranquilizadora para nuestros congéneres. Pero las horas solo llenaron de mugre nuestros ojos y de polvo las espaldas.
Olía a berbena y bergamota.
Té con leche a deshora en la mesa del bar. Huesos enterrados bajo el asfalto y sobre las lineas blancas del paso de peatones, dibujado en el alquitrán que cubre de gris las bastas ciudades cosmoputitas. Huesos calcinados que solo un perro ciego puede encontrar. Huesos de guerras, en fosas sobre las que caminamos.

Los hombres fornidos que trabajaban sin guantes, sin ganas, sin aspiraciones. Exhalando maldiciones, llenas del humo contaminante. Pasaban a nuestro alrededor cabezas de alcachofa, de coliflor. Cabezas con colitis crónica de ideales, con ideas coladas por la aprovación del pez más grande.
Y había parques vacíos de niños, llenos de perros hambrientos que desayunaron niños.
Comedores llenos de ojos y revoluciones panfletarias. Oficinas de recuperación mental, de vigilancia manipulada por "nuestra propia seguridad", enfrentadas a la información confusa del que desconoce su talento, del que perdió la raíz en un bache y comerció con sus restos, convertidos todos en mercaderes de cadáveres exhumados y resecos.

En las orillas, solo plantas programadas para crecer y abarcar la superficie automatizada que queda libre. Lo primero son las casas, que apestan a completa calidad de vida sin sentido, eso sí, con todas las prestaciones. "Full Equip".

Fuentes que otorgan orgasmos múltiples, subidas y bajadas en una montaña rusa que no conduce a ningún encuentro. Y los vagones... vacíos. Solo coches que transportan a personas, todas sentadas, sin piernas, sin ojos ni voz. Personas que quieren llegar muy lejos a pesar de todo. Nos mirábamos sin movernos del sitio.
- Otra cerveza, por favor.

Hay ojos que no pueden abrirse demasiado, son rasgados en cuanto a genética y físicamente hablando. Contienen un gen que les deja ciegos ante el destello de la libertad, pero saben reír y llorar al mismo tiempo. El gen de la felicidad, menuda locura.
Olvidaremos lo aprendido, no lo dudes. Volveremos a elegir el camino equivocado. El que nos lleva por las grutas del ambiente reciclado infinitas veces, hasta la extenuación, mientras otros esperan en nuestro lugar.
Cabezas iluminadas y accesorios para el cabello, es el mismo saco pero mejorado a base de pintura nueva, de drogas legalizadas y venenos comercializables.

Vive sin dormir demasiado y no salgas del lavabo. Renuevate y véndete bien, eso es importante para aprovechar bien el espacio que generosamente te fue concedido. Crea un nido, aunque sabes que estás solo. Procrea. Cree ciegamente en algo, como el perro que anda perdido. Busca el rastro de un amo al que seguir, un sedal usado, un camino ya andado...

-Basta ya R.! No quiero seguir esperando...!

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